Dibujo de Helen Schucman

Historia de «Un curso de milagros» (Parte 1)

En esta ocasión, quiero escribirles sobre el enfoque llamado “Un curso de milagros”, también conocido por su acrónimo UCDM. Les confieso que es uno de mis enfoques consentidos y que, en su contenido, he encontrado una guía muy precisa y práctica para mantenerme consciente de que estoy consciente.

Mi primera experiencia con «Un curso de milagros».

Déjenme les cuento que, en febrero del 2020, una amiga que vive en La Paz, Baja California, me dijo:

“Te invito a que vayamos a un curso, de un fin de semana, a Chapala.

A mí, como me encanta la “pata de perro”, o sea viajar, le dije que sí, sin saber de qué se trataba.  

Cuando le pregunté sobre qué era, me dijo que “de un curso de milagros”. Yo ya había escuchado de ese “curso”. De hecho, una vez que lo impartieron, en la ciudad en donde vivo, participé en una sesión como traductora del inglés al español. Pero no me llamó la atención. La verdad, cuando mi amiga me invitó, yo ya ni me acordaba de que se trataba.

Ella comenzó explicando que hablaba del perdón. ¡Yo salté como “trompo chillador”. “¡Ay no! ¿Otra vez? Pide perdón por tus pecados… mujer de poca fe”… En eso, mi amiga me explicó:

“¡No! Tú eres la que tienes que perdonar.”

¡Órale! ¡Eso sí me está gustando! ¡Que se pongan en fila todos para irlos perdonando…! Pero… tampoco era por ahí el asunto.

Como ya les he comentado, mi momento “eureka” o de “despertar de la conciencia” fue al escuchar la frase “Esto es un sueño” y  fue, precisamente, escuchando a uno de los facilitadores de ese “curso”.

Libro "Un curso de milagros" en español

¿Cómo se originó “Un curso de milagros”.

A mí, siempre me ha llamado la atención que, cuando vemos las películas norteamericanas, todo pasa en Nueva York. O sea… ahí fue la primer gran batalla de los Avengers; ahí llegó el monstruo de Cloverfield; ahí «se detuvo la Tierra»; atacaron los terroristas (bueno, obvio, eso sí fue real) y, seguramente, hasta la mamá de Bambi pasó por ahí cerca. Pues, resulta, ahí también nació “Un curso de milagros”. Para ser más exacta, fue el Centro Médico Columbia–Presbyterian, en pleno corazón de la ciudad.

En ese lugar, trabajaba el psicólogo William Thetford, profesor titular de psicología médica, egresado de la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad de Columbia. Bill, como lo llamaban sus amigos, llegó ahí en 1957 como director del departamento de psicología. En 1958, contrató a la psicóloga Helen Schucman como profesora adjunta, para que dirigiera un proyecto de investigación.  

Algo interesante es que, en los primeros años de su trabajo juntos, fueron muy tensos. Literal, vivían “agarrados del chongo”; se estresaban mutuamente con sus maneras de ser y pensar. Por otro lado, a nivel profesional, hacían muy buen equipo. Como decía mi abuela, “era amor apache”. También había tensión en el departamento de psicología, por problemas propios de la academia y por el hecho de que, en esos tiempos, a la psicología no se le daba el nivel de importancia, que en la actualidad tiene.

En 1961, de plano, Bill le dijo a Helen que “tenían que encontrar una mejor forma de relacionarse”; tanto entre ellos dos, como con los demás colegas; dejar a un lado la agresión, las ironías,  la competencia y el juicio típico en su relación.

A esto, Helen tuvo una reacción poco normal: ¡Estuvo de acuerdo con Bill! Luego veremos que, fue “en ese preciso momento”, cuando nació “Un curso de milagros”, aunque el libro se comenzaría a escribir unos meses después.

El sólo hecho de que estuvieran de acuerdo en hacer algo juntos para llevarse mejor, ya era símbolo de una de las citas, que más tarde se escribirían en el curso:

“El más santo de todos los lugares de la Tierra es aquel en donde un viejo odio, se ha convertido en un amor presente”. 

T-26.IX.6:1 (Capítulo 26. Sección IX. Párrafo 6: Enunciado 1).

A partir de esa plática, la cosa se empezó a poner color hormiga para Helen porque empezó a tener una serie de experiencias mentales, sueños y visiones. Todo eso, la “sacaba de onda”, la confundía, porque ella era una científica seria y no tenía explicación para lo que le pasaba.

Bill era su confidente, ya que a Louis, esposo de Helen, no le interesaban esas cosas. De hecho, a Helen tampoco le había interesado nunca ese tipo de temas y experiencias… ¡hasta que le empezaron a pasar a ella!

UCDM - William Thetford
William Thetford

La redacción de “Un curso de milagros”.

Las experiencias alcanzaron su máximo, en octubre de 1965, cuando Helen, como si no tuviera suficiente con los sueños y las visiones, empezó a escuchar una voz interna que le decía:

“Este es un curso de milagros. Por favor, toma notas”.

Ella, muy asustada,  llamó a Bill para decirle lo que estaba escuchando. Él, tranquilamente, le dijo que escribiera lo que la voz le decía y que la mañana siguiente lo llevara al trabajo para revisar juntos lo que se desarrollaba. Lo que se desarrolló, a través de 7 años, son los tres libros que en conjunto forman “Un curso de milagros”.

La voz interna se identificó, ni más ni menos,  como “Jesús”. Sin embargo, no es necesario que un estudiante acepte que el autor del curso es Jesús para aprender y practicar las enseñanzas.

Para lo que sí pudiera ser importante tener en mente que Jesús lo dicta, es para las referencias que hace acerca de su crucifixión y resurrección, ya que en el curso explica de diferente manera, algunas de las interpretaciones, que se le han dado a esos hechos.

Sinceramente, a mí en lo particular, se me hace más coherente la explicación dada en “Un curso de milagros” sobre ese par de eventos, que la que he escuchado, por tantos años, en referencias religiosas e históricas.

Todo el tiempo que Helen escuchó la voz dictándole el curso, ella estaba perfectamente consciente. O sea, no caía en un trance, ni temblaba ni hacía lo que se llama escritura automática, en donde la persona sólo toma el lápiz, o la pluma, y la mano escribe sola. Nada de eso. De hecho, si estaba escuchando el dictado y tenía que hacer alguna cosa, la voz se ponía en pausa. Cuando ella tenía tiempo para seguir escribiendo, automáticamente la voz continuaba, exactamente en donde se había quedado. ¿Qué tal? Bien organizado el asunto, ¿no? 

Hasta eso, la voz muy prudente, le dictaba cuando ella estaba desocupada, o en las noches, cuando salía del trabajo. Helen escribía todo a mano y en taquigrafía, esa forma de escritura abreviada que usábamos en la antigüedad. A mí, todavía en la secundaria me tocó atenderla pero ya se me olvidó. Al día siguiente, Helen pasaba la información a Bill y él la escribía a máquina. Literalmente, era un trabajo en equipo.

Textos adicionales a “Un curso de milagros”.

La relación entre la voz, Helen y Bill, era tan coordinada que, incluso, le hacían preguntas o peticiones muy precisas a “la voz de Jesús”. Y él respondía a sus necesidades. Obviamente, estas cosas, algunas personales y otras para su aprendizaje, no se incluyeron en la publicación de “Un curso de milagros”, la cual, sobre todo en su versión en inglés, está publicada 100% fiel como le fue dictada a Schucman.

El material fue dictado sin secciones, capítulos, signos de puntuación o párrafos. Helen y Bill fueron los encargados de hacer ese trabajo. Además, a Helen también le fueron dictados dos contenidos más pequeños:

Psychotherapy: purpose, process and practice (Psicoterapia: propósito, proceso y práctica).

Consiste en un resumen de los principios curativos de “Un curso de milagros” y cómo aplicarlos en psicoterapia. La verdad, yo no lo he leído, pero “me imagino” que fue un plus para Helen y Bill como psicólogos. 

The song of prayer (El canto de oración).

Es un resumen poético de las enseñanzas del curso; sobre el perdón y la curación. The song of prayer (El canto de oración).

Estos dos complementos, fueron publicados, con “Un curso de milagros”, por la Fundación para la Paz Interna, ubicada en Mill Valley, California.

En mi rol de psicoterapeuta, me toca a veces trabajar con gente que escucha voces. Entonces, me pongo en el lugar de Helen y me imagino siendo yo la que empieza a escuchar las voces. ¡Imagínense, me desmayo! ¿Ya me contagié o qué?

Helen Schucman - A Gift of God - Un Curso de Milagros

Rumores sobre “Un curso de milagros”.

Helen trataba de aplicar los aprendizajes del curso en su día a día pero, la verdad, era difícil. Después, hubo falsas versiones de que ella no creía que la voz que le hablaba era la de Jesús y de que el curso no era verdadero. Pero, “han de haber sido chismes de gente envidiosa”.

Contrario a todo eso, ella siempre fue súper cuidadosa de la pureza del curso: criticaba mucho a los que, al interpretarlo, lo cambiaban, o a los que lo usaban para ganar fama y dinero personal. Al parecer, ella tenía un súper ojo clínico, para saber quién lo utilizaba con fines nobles y quién no.

Otro rumor que existió fue que Helen era atea; tal vez, eso fue porque al principio de su carrera decía serlo. Ella nació en una familia judía y, desde niña, fue una buscadora espiritual. Le llamaba la atención el catolicismo pero, al igual que yo, nunca la convencieron sus doctrinas y dogmas.

Tuvo una relación de amor y odio con la Iglesia. Ese sentimiento se extendió hasta Jesús y, después de varios años, renunció a su “búsqueda de Dios”, diciendo que “ella ya había cumplido con su parte, y que él no había cumplido con la suya”.

De hecho, después de su muerte, la Fundación de Paz Interna publicó un libro llamado “The gifts of God (Los regalos de Dios)”, con poemas escritos por Helen, en donde expresó sus luchas con Jesús. 

¡Órale! ¡Tanto que repeló! Luego, el mismo Jesús, le empezó a hablar al oído… ¿Qué tal? ¡Le funcionó la estrategia de hacerse del rogar!

Al poco tiempo de comenzar el dictado, Helen le preguntó a Jesús:

¿Por qué me elegiste a mí para esta tarea, y no a una santa monja o alguien más adecuado para esto?

Jesús le contestó: “porque tú lo harías”… y como ya lo estaba haciendo, pues ya no discutió.

Helen  y Bill hicieron su tarea con integridad. Incluso, Bill llegó a decir que se trataba de “una sagrada encomienda”. Nunca permitieron que sus pensamientos, personales o profesionales, interfirieran en su misión. Siempre fieles al curso, Helen murió en 1981 y Bill en 1988.

¿Cómo está conformado “Un curso de milagros”?

“Un curso de milagros” está formado por tres libros: (1) el texto de las lecciones; (2) el libro de ejercicios para los estudiantes; y (3) el manual para los maestros.

Es importante indicar que todos somos igualmente maestros y estudiantes, por lo que los tres libros del curso están dirigidos a todas las personas que se conviertan en estudiantes del curso.

Son pocas las reglas que se sugieren y no se indica un orden especial para leerlo. De hecho, como yo me considero un avatar muy práctico, inicié leyendo el libro de ejercicios para aplicarlos. Puedes leer y descargar los tres libros desde este enlace.

Al final del libro de ejercicios, se leen estas palabras:

“Este curso es un comienzo, no un final”.

Se supone que el aprendizaje del curso, lo lograremos practicando, durante nuestra vida cotidiana, las enseñanzas del curso, bajo la guía del Espíritu Santo… el Mensajero del amor, el Mensajero.

¿Qué me gusta más de “Un curso de milagros”?

Algo que me gusta mucho del curso es que, en ningún momento, dice ser “ni la única forma de verdad, ni el único camino espiritual para regresar a Dios”. De hecho afirma “ser únicamente una forma, entre miles, con el mismo objetivo”. Para mí, esa manera integrada de ver todas las opciones, es algo que lo hace aún más atractivo. No te sale con que “¡pues yo soy Juan Camaney y si no te vas por aquí no llegas!”

La información medular que les estoy compartiendo en este artículo (y la que les comentaré en uno posterior), la obtuve del libro “Despierta del sueño, una presentación del Curso de milagros”, escrito por el dr. Kenneth Wapnick y por su esposa Gloria Wapnick.

Él obtuvo su doctorado en psicología en la Universidad de Adelphi en 1968. Fue socio y amigo íntimo de Helen Schucman y William Thetford y se considera uno de los más fieles y conocedores exponentes de “Un curso de milagros”. Murió en 2013.

Gloria Wapnick obtuvo un master en historia y también trabajó con el curso desde 1977.

Ken expresó que, el hecho de que el curso haya nacido en Nueva York, nos sirve como símbolo de que es bueno aprender las lecciones exactamente en donde estamos; en las relaciones problemáticas y en las situaciones diarias de nuestra vida.

En conclusión.

Aquí, podemos recordar también lo que les platiqué sobre Ram Dass, cuando su Maharaji le pidió que no dijera en donde encontrarlo como señal de que no tenemos que ir a ningún lado para “el despertar de la conciencia”. Podemos lograrlo exactamente donde estamos. 

“El curso de milagros” es único y va directo a la raíz de las cosas. El texto que contiene todas las lecciones siempre nos recuerda regresar a la base. Y esa base es: 

“…el error que cometemos, al creer que estamos separados de Dios”.

Yo digo, si no crees en Dios, puedes pensar en tu propia separación: de La Luz; de La Verdad; del Origen; o lo que creas… Total, todo es lo mismo.

Por lo pronto, hasta aquí lo que quería compartirles. Más adelante, les contaré a detalle, con apoyo de la información del dr. Wapnick, la metafísica no dualista y la psicología práctica de “Un curso de milagros”.

Por lo pronto, como sugerencia, los invito a ver los videos de “Un curso de milagros” con el facilitador Jorge Pellicer. Hay muchos en YouTube y son muy prácticos.

Asimismo, también los invito a hacer algunos ejercicios, inspirados en UCDM, que he compartido en mi podcast semanal.

Cero Preocupaciones (Parte 2)

ejercicios de meditación en tu email.

Déjame guiarte hacia el despertar de la conciencia.
Disfruta vivir en el aquí y en el ahora; libérate de la ansiedad
y de las preocupaciones.

* requerido
Intuit Mailchimp

Lecturas recomendadas