El principio de correspondencia “como es arriba es abajo” me ha llamado la atención desde niña. En la escuela secundaria yo ya había visto esa semejanza entre la estructura del átomo y el sistema solar. Finalmente, hija de científicos investigadores, ¿qué puedo hacer?
Teniendo en cuenta ese principio, ya todos podemos empezar a identificar diferentes patrones en nuestra vida cotidiana. Desde patrones de pensamiento, emociones, costumbres, hábitos, etc.
Sabemos perfectamente que, alrededor de este planeta que proyectamos, se presentan patrones desde las pirámides que se han construido en diferentes lugares y que coinciden en sus características y razones de ser, aún cuando se supone que la “comunicación” entre ellos era imposible. Probablemente, los historiadores y arqueólogos tengan ya sus hipótesis científicas. Sin embargo, los místicos también tenemos las nuestras.
Con el tiempo y el desarrollo de la tecnología, hemos visto cómo esos patrones se siguen presentando a niveles microscópicos.
En particular, me llaman mucho la atención los patrones geométricos en la naturaleza; desde los centros de las flores, hasta los cristales de las sales.
No cabe duda de que la proyección en la que estamos no es cualquier cosa: tiene un diseño e ingeniería literalmente divinos. ¡Huy! Y eso que solo te estoy comentando sobre los que se pueden “ver”. A medida que avancemos en el blog, iremos viendo pensamientos, energías y muchas otras cosas que nos seguirán sorprendiendo.
Aquí, la situación más interesante es que la cosa es como las papas fritas: “a que no puedes comer solo una”
Es así como la proyección nos distrae de nuestra divinidad, desde mi punto personal de vista, enganchándonos con cosas interesantes para que olvidemos nuestra esencia divina.
Si algo aprendí del avatar que fue mi padre biológico, fue a tomar lo que me gusta de cada cosa y crear mi propia filosofía de vida. Así lo hago y así se lo inculqué a mis hijos.
